“Contra la desigualdad, el empleo es la clave”
Si esta frase la dice un economista cercano a la derecha...
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Jorge Quiroz
Si esta frase la dice un economista cercano a la derecha, lo acusarían de retrógrado, conservador, y partidario de la vieja “teoría del chorreo”. Por fortuna, el que lo dijo ahora fue Andrés Velasco, a quien malamente podría acusársele de estar en contubernio con la derecha económica o nada que se le parezca.
El argumento es simple, y por lo mismo, de antigua data. Los deciles de menor ingreso de la población participan poco del mercado del trabajo y cuando lo hacen, enfrentan tasas de desempleo mucho mayores que los segmentos de mayor ingreso: mientras en el decil más rico hay casi dos empleados por hogar, en los más pobres hay un empleado por cada dos hogares. Si el empleo en los bajos deciles aumentara, la desigualdad disminuiría. Siguiendo el ejercicio que presentan Velasco y Huneeus en su reciente libro (pág. 56), si se igualara la tasa de empleo del decil más pobre con el promedio de la población, el ratio entre ingresos autónomos entre hogares del decil más rico y del más pobre bajaría del actualmente escandaloso nivel de 78,5 a 36,8. El corolario es claro: más empleo, al punto que rebase la oferta de trabajo de los deciles más ricos y “chorree” a los niveles más bajos termina siendo la mejor receta para mejorar los actuales niveles de desigualdad en Chile.
No puedo sino estar de acuerdo con Velasco y Huneeus. Lo que se hecha de menos, sin embargo, son las consecuencias últimas de ese análisis. En efecto, para que aumente el empleo en los deciles más bajos, se requiere una expansión fuerte del producto, a tasas no triviales, porque sólo una expansión acelerada del producto tendrá a su vez como consecuencia una expansión del empleo que logre llegar (¿”chorrear”?) a los deciles más pobres.
A su turno, es obvio que no resulta fácil expandir el producto sólo en sectores intensivos en mano de obra no calificada, que sería lo indicado para expandir el empleo en los deciles más pobres, salvo que estemos pensando en un programa masivo tipo PEM. Cada vez que el producto sube un punto, en promedio, 0,4 puntos del nuevo valor agregado va al trabajo, y no todo ese trabajo es de baja calificación.
Luego, si se quiere que la receta de Velasco-Huneeus funcione, lo que se precisa es una expansión mayúscula del producto, en un período corto de tiempo. No he hecho los números, pero en términos aproximados creo que estamos hablando de una expansión del producto a tasas del orden del 8% por un período de unos siete años para permitir que el efecto producto-empleo-ingreso del decil más pobre -a la Velasco-Huneeus- surta efecto.
Así las cosas, la receta Velasco-Huneeus nos trae de vuelta a la vieja teoría del chorreo, que no por vieja deja de ser cierta: la receta contra la desigualdad es el crecimiento. Y el crecimiento a las tasas que estamos hablando, probablemente del orden de 8% por año, requiere una batería de medidas, entre otras, aumentar nuestras tasas de inversión y de ahorro, probablemente en no menos de cinco puntos porcentuales del PIB.
A su turno, el problema de la educación, que explica en buena medida por qué los deciles más bajos de ingreso no encuentran empleo, no tiene mucho que ver con la necesidad de educación universitaria gratuita -un slogan común estos días-, sino más bien con mejores niveles de educación preescolar, primaria, secundaria y técnica, que son los más relevantes para los deciles más pobres, tópico dejado atrás en la actual coyuntura política.
En este orden de cosas, otra idea popular por estos días -aumentar la carga tributaria- pareciera ser una medida que iría en el sentido contrario a lo deseable, ya que ésta sería presumiblemente adversa al objetivo de mayores tasas de ahorro e inversión.
En definitiva, Velasco y Huneeus han vuelto a poner un tema viejo pero relevante sobre el tapete y se trata de un libro imprescindible en la discusión actual. Lectura recomendada.